Pertenecer a una minoría siempre ha sido difícil, más todavía cuando eres parte de una comunidad que predica amor y comprensión, pero no te acepta por tu condición sexual. La Iglesia católica ha dado muestras de querer abrirse a la cuestión homosexual en los últimos años, pero aún queda mucho camino por recorrer. En palabras del papa Francisco: «… si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? El catecismo de la Iglesia católica explica y dice que no se deben marginar a esas personas y que deben ser integradas en la sociedad».Doce testimonios, entre protagonistas y sus familias, muestran el duro camino de la marginalidad y la espiritualidad. Se trata de personas que en su mayoría perseveran en su fe y practican los principios y valores del catolicismo, pero se sienten apartados de la Iglesia. Para todos ellos el amor de Dios no distingue fronteras ni preferencias sexuales y todos somos hijos ante sus ojos.
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